Lucía tenía 14 años y una sonrisa que no se quebraba. En el colegio, algunos compañeros se burlaban de su forma de vestir, de sus rizos rojizos rebeldes, de su voz firme cuando opinaba en clase, de su cara llena de pecas. Le decían cosas crueles, como si las palabras fueran piedras. Pero Lucía tenía algo que ellos no entendían: confianza.
Cada día llegaba al aula con la cabeza en alto, con insultos de sus compañeros que le decían...llego la chica zanahoria por su cabello, o le decían que había tomado sol con un colador y también que las moscas le habían llenado la cara de caca por sus pecas.
Ella no respondía ni con lágrimas. Respondía con excelencia. Participaba, ayudaba, creaba. Su cuaderno era un jardín de ideas, y su mirada, un faro que no se apagaba.
Al principio, las burlas crecían como maleza. Pero Lucía no se detenía. En los recreos, dibujaba. En los actos escolares, recitaba poemas. En los debates, defendía sus ideas con respeto y firmeza. Poco a poco, algo cambió.
Lucia estaba orgullosa de sus pecas, de su cabello rojizo y de sus hoyuelos que se le hacían en sus mejillas cuando sonreía.
Una compañera que antes se reía, le pidió ayuda con una tarea. Otro que la ignoraba, la eligió para un trabajo en grupo. Y así, como quien riega sin esperar, Lucía fue ganando respeto. No porque se hiciera invisible, sino porque brillaba sin pedir permiso.
Un día, el profesor de literatura pidió que alguien leyera un texto frente a todos. Lucía se ofreció. Leyó un poema que hablaba de espejos rotos, de cómo la belleza no está en el reflejo perfecto, sino en las grietas que cuentan historias.
Lucía no cambió para gustarles.






8 comentarios:
Lucia tenia esa fuerza interior de pocos,esa fuerza se la dan los padres con amor,respeto y tolerancia,hoy sigue pasando,ojala hubiesen muchas Lucia y muy pocos acosadores.Buen relato!,te dejo un gran abrazo!
¡Querida Mathilde!
Me has dejado con los ojos empañados y el pecho lleno de emociones. Tu historia de Lucía es un faro en medio de la tormenta que tanto necesitamos. Qué valentía la tuya al contarla, al recordar esas pecas que eran estrellas en tu cara y que ahora extrañas con tanto cariño.
Tienes toda la razón: esa fuerza interior no nace de la nada. Nace del amor de unos padres que te enseñan a quererte tal como eres, con rizos rebeldes, hoyuelos traviesos y un corazón que no se rinde. Ojalá todos los niños tuvieran ese escudo de amor desde pequeños... y ojalá los acosadores encontraran en sus casas el abrazo que necesitan para no lastimar a otros.
Lo que pasó con la hija de tu amiga me ha roto el alma. No hay palabras... solo un silencio que duele. Pero tú, al alzar la voz aquí, estás salvando vidas. Porque alguien va a leer esto y va a decidir no callar. Alguien va a denunciar. Alguien va a abrazar más fuerte a su hijo pecoso, o a su hija con gafas, o al chico tímido del fondo de la clase.
Gracias por recordarnos que la verdadera belleza no se borra con el tiempo, ni con las pastillas, ni con las palabras crueles. La belleza de adentro se queda para siempre, como tus pecas en el recuerdo, como tu fuerza en cada letra que escribes.
Te mando el abrazo más grande del mundo, de esos que curan heridas viejas y protegen las nuevas. Y un montón de besos en esas mejillas que seguro aún guardan algún hoyuelo travieso cuando sonríes.
Con todo mi cariño y admiración😊
Queda entrada, es cierto lo que cuentas, los que dañan solo lo hacen por su baja autoestima, ellos si ven que no son respondidos se hunden más en sus miserias, aunque hay edades que son muy difíciles de canalizar esa autoestima.
Dejas un bonito ejemplo de como actuar ante ese acoso que hoy por desgracia tanto se da en los colegios y trabajos.
Siento lo de tu amiga , deberán estar sufriendo una barbaridad.
Te dejo un besote enorme, deseándote desde ya un feliz fin de semana.
Boa Noite de sábado, querida amiga Mathilde!
Histórias de bulling ainda são frequentes, é lamentável.
A beleza depende dos olhos que veem...
Todos têm sua beleza própria peculiar.
Tenha uma nova semana abençoada!
Beijinhos fraternos
Yo también sufrí bulling 6 los fui ignorando pero me marcó para siempre. Un beso
Jo...
No quiero ni pensar en esa madre.
Cuánto dolor.
No puedo con el acoso... muy extendido en España por cierto, tanto en colegios, como en la mili cuando había mili, como en la universidad e incluso en algunos trabajos.
Me he quedado roto al leer lo de esa chiquilla.
También tu prosa evoluciona... Felicitaciones una vez más...
Es muy duro sufrir bullying . Yo tambien lo sufrí y siento empatia por la protagonista de tu historia y mas por ella no cambio. Te mando un beso.
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